CURADORA RESIDENCIA

Carolina Cuervo / Temporada24

Carolina Cuervo / Temporada24

CAROLINA CUERVO
Temporada24 / 2023, abril

En el marco de Constelaciones– Becas de Residencia otorgadas por QUINCHO- Red de residencias artísticas de Argentina

Bio
Nació en Godoy Cruz (Mendoza, Argentina), en 1986. 
Licenciada en Pintura por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y posgraduada en Administración y Gestión Cultural en la misma universidad. Magíster en Curaduría en Artes Visuales por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Desde 2012 trabaja en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE en curaduría, gestión y producción de exposiciones. En 2023 obtiene la Beca Constelaciones (dupla Curadora-RARO) impulsada por Red Quincho. Se desempeñó como curadora de las exposiciones Un día infinito de la artista Viviana Blanco en la galería TokonOMa (2023); la exposición colectiva (h)usos del mundo. El viaje como método para la producción artística (2022) y Colección RICA (2021) del dúo de artistas Dana Ferrari y Clara Campagnola, en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE. Entre las cocuradurías realizadas se destacan las exposiciones colectivas Las horas. Pinturas de lo íntimo lo cotidiano y lo onírico, junto a Víctor Florido y No he visto árboles de tal naturaleza junto a Juana Fonrouge (2022) en la misma institución. Estuvo a cargo de la sección de fotografías dentro de la exposición Víctor Cúnsolo (1898-1937). Una geografía del silencio, curadora en jefe: María Teresa Constantin, Espacio de arte de la Fundación OSDE (2016). Como artista se formó, además, en los talleres de Dante Montich (Córdoba), Agustina Núñez y Magdalena Rantica (Buenos Aires). Realizó clínica de obra con Tulio de Sagastizábal y actualmente es artista residente en el taller Yeruá (La Paternal, Buenos Aires).
Vive y trabaja en Buenos Aires.

Proyecto
Cuando apliqué a Curadora, en el marco de la Beca Constelaciones, impulsada por la Red QUINCHO, me propuse continuar con mi investigación sobre el viaje como método para la producción artística contemporánea. En esta oportunidad, la que viajó fui yo, y la trayectoria del desplazamiento fue desde la ciudad al campo.
Cuando llegué a CURADORA, en vísperas de su décimo aniversario, leí frenéticamente las publicaciones con los testimonios de lxs artistas que habían pasado por la residencia. Me interesaba trabajar con ese archivo para continuar con mi investigación, y los testimonios de las experiencias de lxs artistas me parecía fundamental. Mientras tanto, observaba el afuera, el trabajo de Cintia en el jardín con las plantas, Maxi en su taller trabajando con troncos y madera, y los días soleados de otoño. Decidí sacar mis libros al exterior, leer acostada en el pasto y disfrutar de unos inéditos días de calor para la época del año. A su vez, las charlas con Cintia, Maxi y Ce Luján, compañera de residencia, ahondaron en la tensión entre mi ser artista y mi ser curadora, y en algo en lo que vengo trabajando que tiene que ver con cruzar esas actividades de alguna manera. Gracias a la organización de la residencia, la disposición de tiempo, recurso privilegiado en esta actualidad, resultó ser un terreno fértil para atreverme a ser. Aunque la distancia geográfica no era demasiada, fuera de Buenos Aires, la dislocación me permitió vislumbrar otra manera de estar en el arte. Así, en ese cruce entre la investigación y la producción, decidí trabajar sobre el árbol caído. En vez de tomar notas en mi cuaderno, decidí dejar mensajes en el árbol. Comencé con un gráfico, una suerte de constelación de palabras a partir del concepto de la experiencia, con notas tomadas de los testimonios de artistas que habían pasado por allí. La experiencia se definía con palabras más cercanas a las prácticas cotidianas afectivas, que a las nociones artísticas consabidas: una experiencia curadora, sanadora, formativa, resignificante, superadora, rica, vivida, con otros, contagiosa, inspiradora, diaria, transformadora, amplificadora, desencadenante…
Ese primer ejercicio y el contacto con las herramientas que me prestó Maxi para intervenir el árbol, me generaron mucha satisfacción y decidí ahondar en la técnica del calado con formón. El siguiente mensaje en el árbol se trató de una frase que venía rondando en mi cabeza, tomada del libro teoría del viaje de Michel Onfray «La expansión del cuerpo -es necesaria- para el ejercicio del viaje.» Mi idea era dejar más mensajes en el árbol, pero a medida que tallaba la madera fui puliendo cada vez más la terminación y esa tarea ocupó gran parte del tiempo de la producción.

Contacto
carocuervobudd@gmail.com
@carocuervobudd