CAROLINA SCHILLAGI
Temporada32 / 2025, febrero

Bio
Nació en Rosario (Santa Fe, Argentina) en 1969.
Estudió en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Entre 1997 y 2012 vivió y trabajó en Capital Federal. Fue coordinadora del Programa de Cooperación con Organismos Internacionales en el Ministerio de Educación de la Nación y consultora del PNUD en la Secretaría de Seguridad del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación (2006-2009). Es Magister en Políticas Públicas (UNSAM-Georgetown University) y Doctora en Ciencias Sociales (UNGS-IDES). Es investigadora y profesora adjunta del Área de Sociología, Instituto de Ciencias, Universidad Nacional de General Sarmiento. Sus temas de investigación son las movilizaciones de víctimas de delitos y de desastres, la producción social de víctimas y los dispositivos estatales de atención a víctimas. Ha publicado artículos en revistas científicas del país y el extranjero, capítulos de libros y artículos de prensa. Participa en proyectos de investigación con distintas universidades nacionales y equipos de investigadorxs del exterior.
Vive y trabaja en Rosario.
Proyecto/Recorrido
Experiencia y exploración son las palabras que mejor definen mi breve estancia en Curadora. Mi idea inicial era encontrar un tiempo y un lugar para darle impulso al proyecto del libro en el que estoy trabajando desde hace unos meses. Vengo pensando y tratando de encontrar un tono ensayístico, anfibio, que se deslice entre el registro académico y el texto para un público más amplio, más diverso. La temática que trabajo es especialmente sensible, delicada, porque se trata de reflexionar sobre la figura de la víctima de violencias y de daños, como personaje público con un protagonismo que ha ido en ascenso en las sociedades contemporáneas. Planteo diversas preguntas en torno a esa figura, cuestiono la idea de un pasaje automático entre el sufrimiento y la acción y también la idea de una asociación directa entre víctima, vulnerabilidad y pasividad. Para eso me interesa desplazar el foco hacia lo que las víctimas provocan en el mundo, en qué tipo de trabajo se embarcan para lidiar con el sufrimiento o probar la legitimidad de sus reclamos y reivindicaciones o, por el contrario, rechazar la condición y la etiqueta de víctimas, omitiendo pronunciarse públicamente o iniciar acciones colectivas.
Experiencia y exploración son las dos caras de un mismo proceso. Ese proceso fue posible en Curadora porque estar allí me permitió interactuar con personas, seres y lugares que formaron parte de mi indagación sin saberlo. Viniendo de un mundo con otras lógicas, códigos, sensibilidades, mi curiosidad por conocer otros lenguajes (artísticos) se expandió. Las actividades que me había propuesto inicialmente, como la lectura de textos, la sistematización de conceptos y enfoques teóricos y sobre todo, la escritura de una introducción al libro, fueron adquiriendo otros contornos con el pasar de los días.
Exploré documentales sobre instalaciones de artistas que trabajan con las víctimas de violencia sexual en Colombia, colectivos interdisciplinarios que investigan nuevas formas de visibilizar la violencia institucional en distintas partes del mundo utilizando herramientas de la arquitectura, la antropología forense, las artes visuales. Escuché podcasts sobre las bordadoras de arpillera en México y en Chile, que relatan cómo a través de sus bordados van forjando una memoria de las víctimas del terrorismo de Estado, del narcotráfico, de la violencia institucional en democracia…Leí libros de literatura basados en casos de femicidios y ensayos críticos sobre víctimas y feminismos.
Avancé en la escritura, moví párrafos de lugar, fui de la pantalla al papel y del papel a la pantalla y pude encontrar la concentración y la tranquilidad que buscaba para imaginar nuevas formas de presentar ideas y exploraciones de lenguajes que desconozco casi por completo… ¿un nuevo idioma? Nadé en la pileta sin pensar tanto y también pensé en el borde del agua mirando los árboles del parque. Me dejé inundar por los colores de la casa, del agua, de las plantas, de la tierra. Tomé notas en mi cuaderno, llevé un diario que escribí cada noche, escuché música, conversé y también estuve en silencio. Disfruté de las charlas con Maxi, con Pilar y con Cintia (y de sus exquisitas comidas caseras). Conocí Rincón, el río Ubajay, los alrededores de la casa. El ritmo se desaceleró, el tiempo cambió de andarivel, las prioridades se reacomodaron.
Contacto
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@caroschillagi