CURADORA RESIDENCIA

Belén Charpentier / Temporada29

Belén Charpentier / Temporada29

BELEN CHARPENTIER
Temporada29 / 2024, marzo

Bio
Nació en Buenos Aires (Argentina), en 1990.
Es Licenciada en Artes Combinadas (UBA), Magister en Estudios y Políticas de Género (UNTREF) y participó de los seminarios Arte como Política (BAK, Holanda) y Artistas Mujeres (U. Künste, Alemania). Es artista y gestora cultural.
Como artista trabaja con palabras e imágenes desarrollando obras en el cruce entre lenguaje y política. Investiga artes visuales y performativas en vínculo con procesos sociales y discursos en contextos específicos, realizando proyectos que buscan impulsar la organización colectiva.
Participó en bienales, centros culturales, plataformas, residencias y galerías en Argentina, Brasil, Chile, Alemania, Bélgica, España y Holanda.
Vive y trabaja en Buenos Aires.


Proyecto

Cosas comunes
Proyecto de arte y procesos sociales, 2024

Durante dos semanas residí a menos de 2 kilómetros de los basurales a cielo abierto de la localidad de Rincón y me reuní con activistas vecinales, personas del pueblo y familias que trabajan de separar y revender la basura. Trabajé con pasacalles para utilizar la palabra poética como mediadora entre el territorio y la manera en que lo gestionamos, tensando las problemáticas que traen los basurales en la zona.

Todo lo que ves es nuestro. El paisaje, el trabajo y la basura. El plástico, pero también las flores que insisten en crecer y las familias que salen cada día. El archivo del pueblo es el sedimento de toda la porquería que hay abajo y arriba de la tierra, entre las aguas y en el aire. ¿Cuánta basura podemos soportar ver?

En Rincón, localidad de Santa Fe, se abre un basural a cielo abierto en la costa de la laguna Setúbal, una de las más contaminadas del planeta. Residuos domésticos, municipales e industriales se acumularon durante décadas. Varias familias viven ahí y trabajan de separar y revender los desechos; en el pueblo se formaron grupos que activan para concientizar acerca de reciclaje, contaminación y la necesidad de intervención pública; otra parte de la comunidad no se involucra; y el Estado no se hace presente. Al pedir que la zona esté limpia, dejaron de mandar los camiones de basura y ahora no hay suficiente material para que trabajen las familias. Percibo intenciones desencontradas, diferentes conversaciones simultáneas y un horizonte que sigue tapándose.

Durante dos semanas residí a menos de 2 kilómetros de los basurales de Pintos, Matreros y Calle 8. Visité los lugares, me reuní con personas que participan de grupos vecinales y con familias que viven ahí, y me pregunté qué podía hacer que no hicieran ya las asambleas y trabajadores.

Por qué escribir poesía sobre la basura, sobre personas, casas y animales rodeados de cajas, paquetes y latas; sobre trabajar entre montañas que se hunden y crecidas de agua que traen todo de vuelta. Qué palabras pueden salir de la basura, de mangueras de riego de frutillares, sillones abandonados, botellas retorcidas, zapatos aplastados. Cómo sacarle algún tipo de valor a la basura y a la palabra.

“Acá podría haber un paisaje”, dice Eduardo, que se quiere construir una casa de barro y poner una plaza para que use todo el barrio. Cae el atardecer en la costa del río y el horizonte es basura, de punta a punta. Los camalotes flotan en espejos de agua que se arman entre valles de lana de vidrio y nylon. De lejos, caballos, gallinas, perros y chanchos. Camino para medir el espacio, arriba de lo que imagino son capas acumuladas de años de vida del pueblo. No hay un lugar a donde ir, el paisaje no es de nadie, el mundo termina ahí. Rescato objetos e imágenes porque yo no vivo acá. ¿Dónde está el deseo de que todo esto sea nuestro? ¿Cómo ubicar la razón de que nada sea justo? ¿A dónde lleva la ilusión de paisaje? ¿Cuáles son las posibilidades de decir de este basural?

Intento entender las formas en que esta realidad llegó a construirse. Pienso que el arte puede mediar entre el territorio y la manera en la que lo gestionamos; promover cierta sensibilidad con relación al estado general de nuestros órdenes culturales; y remover el carácter informativo de la política del activismo. Pruebo suspender el lenguaje sobre la tierra, hacerlo descansar en el suelo.

Trabajé con el pasacalle en tanto dispositivo latente del activismo de la zona para hacer uso de lo posible. Los realizó Manuel, pintor y letrista de carteles y locales del barrio. Las palabras provienen de las diferentes charlas de esos días, aunque reorganizadas por completo. Como registro en el territorio, dejé un cartel en madera que recuerda el deseo de esa plaza, del espacio común y de vivir mejor.

La comunidad es una totalidad que se transmite simbólicamente. La basura y los símbolos son cosas comunes. En tiempos en que no alcanza la razón para entender el estado actual de las cosas y las acciones resultan improductivas, suspender la lengua para devolverle el encantamiento a la palabra, abrirla para habilitar la duda y tensarla para retorcer la cohesión pueden, por lo menos, permitir encontrar otras maneras de escucharnos.

Gracias a Eduardo, Vanina, Serena, Joaquín, Daniel, Isabel, Raquel, Manuel, Cintia y Maxi.

Contacto
belencharpentier@gmail.com
www.belencharpentier.com
@belencharpentier